Cómo la música se salva de ser olvidada en Cuba

Tomado del blog Motivos de ser
Por Lázaro Javier Chirino

Recuerdo cuando niño escuchar en la radio de mi natal Isla de la Juventud temas interpretados por Compay Segundo. Aquello del Chan Chan y limpia el camino de paja llegaban a mis oídos de manera natural y espontánea. Tanto que lo repetíamos en la escuela cuando hacíamos las habituales horas de recreo. Siempre creí que la música tradicional cubana coexistió en este país de manera natural junto a las modernas tendencias musicales de los años 90 del pasado siglo. Hace poco me enteré que no fue así. El periodista y buen amigo Juan Carlos Roque García, con su libro Cómo Cuba puso a bailar al mundo. Veinte años del Buena Vista me hizo comprender que aquellos viejitos que yo escuchaba de niño fueron resultado de un golpe de suerte y talento.

Este libro llegó a mis manos para derramar luz sobre mis dudas acerca del polémico tema de la necesidad de preservar un tipo de música que hoy en día inunda nuestros centros turísticos y que se hace habitual escuchar, pero que hace 20 años atrás casi se extingue y de no ser por el esfuerzo de determinados nombres, hoy imprescindibles, mi generación hubiese crecido siendo víctima de una errada política cultural. El libro le permite al lector, de constructo, conocer los entramados vericuetos andados por esos músicos legendarios que demostraron la madera de la que están hechos. Son sus propias voces puestas sobre el papel las que permiten comprenden las razones que dieron al traste con el nacimiento de un proyecto que reubicó a nuestro país en un sitio honorífico dentro de la música internacional: el Buena Vista Social Club.

Roque García sabe escoger muy bien sus preguntas. El oficio de periodista le ha dado las herramientas para llegar a sus entrevistados de la manera más sencilla y arrancarles confesiones que a veces parecieran ser simples, pero que en su esencia cargan con el peso del deseo de amar la música y defenderla sin miedo. Por eso el valor que tiene trasladar al papel los diálogos que formaron parte de su serie radio documental Buena Vista Social Club™, el camino del éxito hacen posible que una generación cualquiera de cubanos pueda conocer del nacimiento, desarrollo y ¿despedida? de un fenómeno cultural sin precedentes y que no ha sido igualado.

Hacer la música sin estridencias, repetir las fórmulas más tradicionales oriundas del oriente cubano, escoger las voces e instrumentos que antaño gozaron de prestigio en los más distinguidos escenarios y mezclar todo eso con ingenio dio como resultado que el BVSC pasara a ser un referente para todos aquellos que quieran saber cómo se escucha Cuba. Juan de Marcos González y Ry Cooder tuvieron tacto y supieron aprovechar la oportunidad que se les puso delante para hacer brillar el nombre de la música tradicional cubana en un momento difícil tristemente conocido por las carencias materiales y espirituales. El espíritu de la nación, la esencia de la cubanía, supo aferrarse a esos temas musicales que ya no se ponían en la radio y la TV y esos nombres que ya no se mencionaban volvieron a tener sentido con la sonoridad tradicional de un país que estaba a punto de sucumbir y se salvó, entre otras razones, por el poder regenerativo que tiene el arte.

Cómo Cuba… se adentra en los hogares de sus protagonistas, desanda los estudios de grabaciones, toca la mano de esos grandes que un día volvieron a brillar para inmortalizarlos. No es que ellos necesiten de estas páginas para respirar, pero el deseo de que no mueran es suficiente para beberse letra a letra los diálogos que su autor sostuvo y que decide compartir hoy con nosotros. Algunos de esos nombres ya no nos acompañan, otros tal vez mañana puede que no estén físicamente, pero no olvidar jamás es el compromiso. Difícilmente se puede encontrar un suceso cultural como el BVSC que ha dejado boquiabierto a críticos, especialistas, admiradores y público general y Cuba tiene el privilegio de contar con una agrupación que simboliza la fuerza de voluntad impregnada en el deseo de seguir haciendo cuando aparentemente se ha acabado todo.

El lector debe adentrarse en las páginas de este libro con el deseo de conocer, profundizar en las interioridades de esos genios que reescribieron la historia sonora de la nación. Hacerlo es la oportunidad de conocer más de un país que está ligado a su música y que no debe alejarse de las raíces más puras que le dieron origen, porque estaría destinada al vacío que conducen las trivialidades. Dispóngase a beber de la misma fuente que sirvió de inspiración al fenómeno musical más importante de los últimos años en Cuba mientras pone en su reproductora los temas antológicos más famosos del cancionero popular tradicional de este país.

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